ADOLESCENTES: Cómo gestionar las broncas

Peleas padres y adolescentes Puede ser por el orden, la comida, la limpieza, los estudios o la hora de regreso a casa. El motivo puede diferir, pero los conflictos son común denominador en los hogares con adolescentes. Expertos en el trato con adolescentes apuntan algunas claves para salir del círculo vicioso.

 

MAYTE RIUS/ LA VANGUARDIA 

Es agotador” y “no puedo más” son dos frases con las que los padres con hijos adolescentes acostumbran a resumir, en los momentos bajos, la convivencia con ellos. En las gradas de las instalaciones deportivas, en las reuniones de instituto o en las charlas sobre educación donde coinciden con padres de chicos y chicas de la misma edad, el que no se queja de discusiones por el desorden en la habitación se lamenta de las malas contestaciones, del abuso de la videoconsola, de la falta de estudio o de la apatía. Intercambian experiencias para concluir con el consabido “yo ya no sé qué hacer».

Partiendo de todas estas premisas –que los conflictos con el hijo adolescente son inherentes a esa fase del desarrollo y no hay que desfallecer ante ellos– Jorge Tió, (psicólogo clínico y coordinador del equipo de atención al menor de la Fundació Sant Pere Claver); Mario Izcovih (responsable del grupo de investigación en adolescencia del Colegio de Psicòlegs de Catalunya),y Javier Urra explican cómo afrontarían ellos algunos de los momentos críticos que se producen en muchos hogares durante esta larga etapa. No son soluciones mágicas –en educación nunca las hay–, sólo las reflexiones de personas acostumbradas a relacionarse con adolescentes, incluidos sus propios vástagos.

Javier Urra: «Hay que hablar y pactar cuánto tiempo, qué días y en qué momentos se juega y atenerse a eso, de manera innegociable. Y es impensable que no cumpla lo acordado, porque si no cumple se le retira la posibilidad de jugar y, si incumple esa sanción, tendrá otras medidas sancionadoras como no salir dos fines de semana. Ellos tienden a probar la autoridad a ver si no pasa nada, pero hay que explicarles que en la vida el que incumple es sancionado, y que el Código Penal de los adultos tiene razón de ser porque se impone: si uno conduce mal le quitan puntos, si se queda sin puntos le quitan el carnet y si conduce sin carnet va a la cárcel. Los padres, si establecen una norma, también han de imponerla y exigir su cumplimiento»
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“La castigo sin salir el fin de semana y me dice que da igual, que saldrá de todos modos. Y cuando coge la puerta y se marcha, no sé cómo reaccionar porque ya tiene 18 años”.
J. Urra: Con 18 años los hijos ya pueden hacer lo que les viene en gana. Son adultos y no tienen obligación de obedecer. Pero los padres les pueden echar de casa, de modo que se trata de explicarles que si no les convencen las normas, se pueden ir tranquilamente y poner las suyas, en su casa. Pero mientras estén con los padres han de respetar las normas que se establezcan en esa casa.

“Cada fin de semana es un conflicto. Con 14 años no tiene edad de quedarse todo el día solo y no quiere acompañarnos a ninguna actividad familiar porque dice que con nosotros se aburre, hagamos lo que hagamos. Es una situación muy tensa, porque no es cuestión de llevarle a la fuerza pero tampoco de que toda la familia sacrifique su tiempo libre porque él quiera estar en casa”.
J. Urra: A estas edades es un conflicto muy frecuente que los intereses de los padres y de los chavales no coincidan, pues los padres quizá se quieren ir de fin de semana a una segunda residencia y el hijo quiere quedarse para salir con los amigos. La solución es pactar que algún fin de semana se quedarán para que tenga relación con sus amigos pero sin que ello suponga una imposición del hijo ni renunciar a los planes de los padres cada fin de semana. También se puede buscar la complicidad de otros padres para turnarse en su cuidado cuando unos u otros salen.

“El fin de semana, si no tiene partido baloncesto, se levanta y se tira en el sofá a ver la televisión. Le puedes decir mil veces que se duche y se vista, que haga su cama y recoja su cuarto, que se ponga a estudiar, dibujar o jugar… Su respuesta es ¡qué me dejes! Una y otra vez, hasta que pegas tres gritos, apagas el televisor y entonces grita y se mete en su cuarto dando un portazo”.
J. Urra:  Es normal que el adolescente esté tumbado y muy pasivo. Lo que no es tan normal es lo de pegar tres gritos al final de todo ese proceso. O no se pegan o mejor pegarlos al principio. Y lo mismo si se trata de que se laven los dientes o de que recojan algo. La norma, si se pone, es para cumplirla a la primera, salvo que te pidan una dilación de media hora, por ejemplo. Tampoco pasa nada porque un chaval que habitualmente tiene actividad se quede una mañana en el sofá sin hacer nada si tiene tiempo libre. Otra cosa es que sea un vago y no haga nada. En ese caso lo que hay que plantearse y plantearle es ¿quién va a comprar? ¿quién limpia? ¿quién hace la comida? Pedirle que se implique en esas tareas y luego, en su tiempo libre, si quiere se tumbe. El problema es que con frecuencia los padres –y más las madres– lo acaban haciendo todo: si tarda en poner la mesa, la ponen ellas en vez de decirle que si no la pone tú no le pones la cena. Dirá que le da igual, que eres un pesada y que sólo ha tardado cinco minutos, aunque haga media hora que se le avisó. Todo eso es típico de los adolescentes, pero cada uno tiene su papel y la madre ha de hacer de madre y él de adolescente, aunque resulte agotador.

“A veces, cuando no le dejas jugar en el ordenador o salir con los amigos le asaltan unos ataques de ira brutales y puede lanzar lo primero que tiene a mano, se pone a gritar, suelta tacos o da portazos”.
J. Urra: Que el adolescente se enfade cuando no se sale con la suya, se vaya a su cuarto con un portazo y de puñetazos a su almohada, se puede pasar. Pero no que grite o zarandee al padre o la madre, porque es terrible para él medir a sus padres y vencerlos. El adolescente ha de aguantar y sentir la frustración. Cuando les estás poniendo límites no lo entienden, lo cuestionan, pero con los años lo agradecerán. 

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(Del Foro histórico)

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