TEST TRAUMA: CÓMO ESTÁ PREPARADA UNA PERSONA PARA AFRONTAR LAS ADVERSIDADES Canal Salud. Nov 2012

Javier Urra, psicólogo coautor del test TRauma
«El test TRauma permite medir cómo de preparada está una persona para afrontar las adversidades de la vida»
Por Clara Bassi. 27-11-2012.
CANAL DE SALUD. FUNDACIÓN EROSKI.
Javier Urra es también director clínico del programa recURRA para padres e hijos en conflicto.
Haber sufrido una gran tragedia cambia a las personas, forja un determinado carácter e, incluso, prepara para afrontar las adversidades que depara la vida. Los optimistas son los que tienen más capacidad para recobrarse pero, en otros casos, los afectados son incapaces de sobreponerse y se quiebran, se «rompen».
La sociedad moderna -demasiado medicalizada y tendente al tratamiento del sufrimiento emocional con pastillas- en los próximos años se caracterizará por un repunte de los trastornos psicológicos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que en el 2020 la depresión grave será la enfermedad más grave tras la cardiopatía isquémica.
Ahora, un nuevo test desarrollado por expertos españoles, denominado TRauma, permite predecir y evaluar la capacidad de resistencia al sufrimiento y los recursos que tiene cada uno para afrontar acontecimientos graves y traumáticos que puedan acontecer en su vida. Aunque cualquiera puede realizárselo a sí mismo, conviene que un experto -mejor si es un psicólogo- interprete el resultado. Es el primer test de estas características que se publica en España, según informa Javier Urra, doctor en Psicología y Enfermería y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, coautor del test TRauma, junto con los psicólogos Sergio Escorial y Rosario Martínez Arias, que se ha presentado en el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. Urra, además, ha trabajado en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid y ha sido el primer Defensor del Menor.
El test TRauma permite medir el grado de resistencia que tienen las personas ante acontecimientos graves y traumáticos de la vida. ¿En qué consiste?
Es un test apropiado para jóvenes, adultos y ancianos, pero no para niños de muy corta edad. Son 68 ítems que hay que responder y dura unos 10 o 12 minutos. Se lo puede aplicar cualquier persona ya que es facilísimo, como si uno mismo se tomara la tensión arterial. Pero, como ocurre en estos casos, luego es importante que un especialista le diga a uno si está descompensado.
¿Quién debe interpretarlo: un médico o un psicólogo?
Lo idóneo es que lo haga un psicólogo. La primera pregunta es si se ha padecido una situación dramática en los últimos diez años, como la pérdida de un hijo en un accidente, el diagnóstico de una infección, como el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), una amputación de un miembro o un atentado terrorista. Si la respuesta es afirmativa, hay que contestar el resto de preguntas relacionadas con seis áreas distintas, para averiguar el nivel de optimismo que tiene, la congruencia interna entre lo que siente, lo que piensa y lo que dice, su actitud ante la vida, etc. En cada área se obtiene una calificación y la puntuación total es de 0 a 100.
¿Qué valor tienen las distintas puntuaciones?
Si se obtiene una puntuación de más de 80, la persona está muy preparada para afrontar las adversidades de la vida y no habría que hacer nada; si se obtiene menos de 80, no lo está tanto; y cuanto más se acerque a 21, peor es su situación. Menos de 21 indica que, ante cualquier situación grave, estaría en riesgo de quebrarse. En la elaboración de este test han participado 1.000 personas. Entrevistamos a 500 personas que no tenían ningún trauma y a otras que habían sufrido desgracias muy distintas, como quedarse parapléjico, la pérdida de personas queridas, etc.
¿Puede este test ayudar a las personas a ser conscientes de su sufrimiento y a recuperarse?
Hay que tener claro que el test no elimina el sufrimiento. Si una persona pierde a un hijo en un accidente de tráfico, sufrirá mucho. Lo único que expresa es si se está preparado para soportar situaciones duras y no quebrarse de manera emocional. Hay personas que, ante una situación muy dolorosa, ven como única salida el suicidio (según los países de la OCDE -Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos, una organización internacional que reúne a los países más industrializados- pertenecer a la franja de edad de los 18 a los 24 años incrementa el riesgo de suicidio).
Pero hay otras personas que se sobreponen como el caso de Irene Villa, que perdió las dos piernas en un atentado terrorista, ha sido capaz de subsistir y ahora es madre; o el de personas que por una enfermedad deben ir en silla de ruedas, una circunstancia que entristece pero no imposibilita. Hay que buscar otras fórmulas para vivir. También hay que decir que una tragedia siempre tiene algo de subjetividad: si el cuidado de una madre anciana con Alzheimer se convierte en el aspecto central en la vida de un hijo, cuando esta fallece, le resulta más traumático que para otra persona que esté casada, tenga hijos, un círculo de amistades, un trabajo, etc.
 
Ustedes dicen que este test permitirá conocer qué recursos se tienen para superar una tragedia. ¿A qué se refieren?
TRauma define de qué recursos dispone una persona y cómo son, respecto a las diferentes áreas que se evalúan: sobre su proyecto de vida, ya que si se vive para y por los hijos y estos fallecen, uno se queda sin proyecto de vida; o si uno vive centrado en su vida laboral y se queda sin empleo, también se viene abajo. Gracias a este test, se han puesto en contacto con nosotros colectivos como el Ejército, para realizar una evaluación de los soldados y averiguar si están preparados para enfrentarse a distintas situaciones en Afganistán, así como asociaciones de enfermos mentales o centros de educación especial. Este test permite medir si se está muy preparado o no para afrontar las adversidades de la vida.
«Las personas optimistas son las más preparadas para afrontar el sufrimiento emocional»
Es decir, que se puede aplicar tanto antes como después de enfrentarse a una situación dura.
Sí. Es la misma prueba, pero con baremos de corrección distintos, aunque no establece diferencias por género (sexo) ni por la edad (en función de si se tienen 20 años o no). Lo que sí varía es el hecho de que una persona señale haber sufrido un infortunio grave en los últimos diez años o no, porque se obtienen respuestas distintas. Haber sufrido una situación grave forja un carácter, aunque también es cierto que todo ser humano tiene un máximo que puede soportar y, si le sobreviene una desgracia cuando se está recuperando de otra, es posible que no levante cabeza. El ser humano es vulnerable, pero tiene la oportunidad de ser resiliente, entendido como un punto de crecimiento ante la adversidad, lo que no quiere decir que no sufra o sienta tristeza o caiga en una desesperación profunda. Pero, hay que ir con cuidado: puede haber algunos que, ante una persona con un diagnóstico de enfermedad grave (como de leucemia), lo vean todo positivo -cuando no es así-, y le digan al afectado que, si lucha, seguro que vencerá la enfermedad. Esto es un error, ya que se carga al paciente con la responsabilidad de la evolución de su dolencia. Lo que hay que hacer es preparar a la gente para el sufrimiento, para que no se quiebre psicológicamente.
La sociedad ha cambiado mucho desde nuestros antepasados.
Sí. Antes, la vida no tenía el mismo valor que ahora; la gente moría a los 40 años, se tenían ocho hijos y se sabía que fallecerían cuatro o cinco. Se sobrevivía. Ahora, la esperanza de vida aumenta día a día. El ser humano está mejor de forma física, pero debe superar más situaciones en el aspecto emocional: vive más, pero se separa más de su pareja; debe afrontar el estrés; quiere ser feliz; y quiere vivir muchísimo y con calidad de vida. Es una sociedad más compleja, dominada por la duda y la incertidumbre, y que genera más sufrimiento emocional. De hecho, la OMS garantiza que en el 2020 la enfermedad más grave será la cardiopatía isquémica y después la depresión grave.
A menudo se habla de la excesiva medicalización de problemas que el ser humano debería resolver por sí mismo. ¿Cree que la sociedad moderna está menos preparada que antes para afrontar el sufrimiento emocional?
Ahora hay que enfrentarse a cosas distintas. No se está ni más ni menos preparado ante el sufrimiento. Sí que es cierto que la sociedad está «medicalizada» de manera excesiva. Es frecuente pedir al médico una pastilla «porque estoy deprimido» o una «para dormir», por la muerte de un allegado. Y sí que es terrible la muerte de un amigo, pero hay que llorar. Lo normal en estos casos es sentir tristeza y llorar, y hay que normalizar estas situaciones. Pensemos en el reciente y trágico caso del Madrid Arena, en el que cuatro niñas fallecieron. Es un hecho traumático: no hay padre que lo resista. Pero unos padres con fuerte sentimiento religioso, a pesar de sentir un gran dolor, dijeron aceptarlo con serenidad. Hay personas que encuentran apoyo en su fe, con ella le dan una explicación a la vida. Cada uno debe elegir un camino que le sirva para no generar más dolor.
¿Cuál es el perfil de persona más preparada para afrontar una desgracia?
El optimista, el que entiende que la esperanza es una obligación ética, cuando la vida le golpea se viene abajo, pero de forma inmediata vuelve a su línea de flotación. Aun siendo personas que también sufren, saben estar en estas situaciones. Pero tienen congruencia interna, que es un ítem esencial que se evalúa en el test TRauma. Ser optimista y tener congruencia son habilidades sociales que se trabajan y desarrollan con el tiempo.
Puesto que este test se puede autoadministrar, ¿dónde se puede adquirir?
Es un test publicado por el Instituto de Orientación Psicológica (EOS) disponible en algunas librerías. También se puede acudir a cualquier psicólogo, que tendrá acceso inmediato al test, o uno mismo puede realizárselo. Si el resultado sale bien o muy bien, uno puede olvidarse. Y, si no es así, conviene acudir a un psicólogo para que lo interprete y dé unas conclusiones.
SOBREPONERSE A LA ADVERSIDAD 
La capacidad de sobreponerse a un infortunio es variable ya que depende de la persona. Javier Urra recuerda que hay que evitar quedar «enganchado» a un acontecimiento trágico sucedido en una biografía. Romper el enganche emocional es fundamental para sobreponerse, gestionar el dolor y superar el evento traumático. Un ejemplo ilustrativo son algunos casos de violación. «Algunas mujeres sufren estrés postraumático brutal que no saben resolver, no buscan ayuda, quedan afectadas el resto de su vida y suele pagarlo la pareja», explica este psicólogo. Sin embargo, otras comprenden que se trata de un hecho puntual, lo gestionan de otra manera, esquivan el estrés postraumático y pueden rehacer su vida.

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