UTILIZAR EL LENGUAJE SIMBÓLICO PARA DAR PALABRAS A SU SILENCIO

Marisa reside en una pequeña localidad de Galicia, donde ha sido etiquetada de “rara” y “extraña” por todos los vecinos de su pueblo.
Los padres dicen que les es muy difícil hablar con ella, porque la mayor parte del tiempo está en su habitación donde come, merienda y cena. Evita mantener espacios y tiempos con ellos, y no realiza ninguna actividad conjunta con su familia. Se lamentan porque aseguran que ahora mismo no reconocen a su hija y últimamente, pareciera una inquilina. No saben qué piensa ni habla con ellos salvo lo imprescindible. La madre quiere acceder a ella, la pregunta constantemente por su vida, sin obtener respuesta. La ordena la habitación y encuentra restos de comida que almacena y colillas.
Últimamente su imagen es cada vez más desarreglada, descuidando incluso hábitos de aseo.
Hace dos años Marisa tenía un grupo de amigas, con las que ya prácticamente no tiene contacto y dice que “pasa de ellas”, que “son unas pijas”. Sale muy pocas veces con otras personas y sin embargo, mantiene contacto con mucha gente por ordenador; pasa noches enteras chateando con ellos.
Actualmente se encuentra en RecURRA, donde ingresó hace dos meses en Campus. Le está siendo costoso vincular con otras personas, ya que muestra muchas conductas de desconfianza y hermetismo.
Sin embargo, Marisa destaca manipulativamente frente a otras. Les enseña cómo hacer pulseras, disfraces, dibuja, sabe darle uso a objetos reciclados… Pareciera que se hace presente mediante sus manos y no por su voz. Es pronto para que todavía relate que le hace sufrir tanto…, así que utilizaremos este lenguaje simbólico para dar “palabras a su silencio”.