DUDA RAZONABLE

Título: Duda Razonable
Publicación: Diario de Navarra
Fecha: 15 de Diciembre de 2008
DUDA RAZONABLE
Cuando una niña de 13 años en Gran Bretaña, solicita la eutanasia, la sombra de la duda nos envuelve.
Quizás sea el artículo más difícil de escribir para mí. Es pura contradicción, el respeto a la voluntad de quien es libre para decidir y por el contrario y por su edad a quien se debe tutelar.
Grave dilema moral. Una niña que ha sufrido mucho, que ha madurado de forma precoz, a la que se le propone otra intervención quirúrgica sin garantías y ella se niega, no quiere sufrir más, no desea volver a los hospitales, solicita que la dejen vivir en su casa tranquilamente, lo que la naturaleza estime. Sus padres apoyan su decisión. Y esto debe tenerse en cuenta. Si los padres son normales, responsables, que opten por no seguir luchando por despedirse del ser más querido ha de significar algo importante. Han tenido desde la proximidad todo el tiempo para valorar pros y contras, para elaborar razonamientos matizados por el amor.
Desde el hospital y como es lógico se negaron a no intervenir. Los médicos, los sanitarios se deben al juramento hipocrático, han de luchar a favor de la vida. Mandaron expertos al hogar de la niña y desistieron. La niña les ha convencido. Respetan su decisión.
Tengo el honor de ser patrono de la Fundación Pequeño Deseo, que busca poner una sonrisa a un niño que padezca una severa enfermedad, mediante la consecución y por sorpresa de algo que el niño desee, ya sea viajar, conocer un lugar, bañarse con delfines, dar un abrazo a su artista o deportista favorito… Nos encanta esta labor que tanto agradecen los niños, sus familiares y sanitarios. Ese es mi, nuestro enfoque, ponerle un beso a la vida, luchar por ella, compartirla con quienes disfrutan de salud, mostrándoles lo agradecidos que han de estar por disfrutar sin dolor.
Hemos comprobado que algún niño que tenía un diagnóstico terminal, que la fecha de caducidad era próxima sigue viviendo sin explicación científica aparente. Pero también hemos comprobado que muchos niños enfermos crónicos maduran pronto y poseen criterio respetable.
La edad cronológica no debe ser en este caso el elemento determinante, si bien es sustantivo. Habrá de valorarse la madurez no sólo cognitiva, sino emocional, de planificación, el pensamiento abstracto, alternativo; el desarrollo moral (siguiendo los criterios de Köhlberg).
La niña, lo que pide es calidad de vida en lo que esta le depare, no desea un encarnizamiento médico. Se entiende.
Lo que demanda no implica una desatención médica, simplemente dejar de intervenir de una forma cruenta e incierta.
Y sin embargo encoge el corazón, pensar que una niña de 13 años, se deje ir, pretenda no luchar más por la vida. ¿Qué vida? ¿la que ha conocido siempre en el hospital?
Hay aspectos jurídicos que intervienen en el debate. Los padres ostentan no sólo la patria potestad, sino la guarda y la tutela. Y es que un niño en España no puede conducir antes de los 18 años, edad en que tiene derecho al sufragio universal (el voto), hasta los 16 no puede trabajar, es más, lo desee o no tienen que asistir a la escuela. Son los 14 años aquellos en los que con permiso de los padres y judicial pueden contraer matrimonio. Y 13 en los que pueden dar consentimiento para tener relaciones sexuales con adultos.
El tema de las edades es eternamente irresoluble. En nuestro país la responsabilidad penal se alcanza a los 18 años, pero parcialmente y como menores desde los 14.
Aún hay más. A los 12 años y un día un niño puede demandar del Juez que lleve el proceso de separación de sus padres ser oído y es preceptivo (no vinculante) que le escuche. Pero es que a los 7 años y si así lo estime el Juez puede ser oído el hijo de la familia en disputa.
¿Cuándo es maduro un niño, cuando responsable? Por ejemplo para solicitar el médico la denominada “píldora del día después”. Vuelve el choque entre la tutela del menor y su derecho como paciente a la intimidad.
Nos internamos por un laberinto normativo complejo y nos alejamos del verdadero debate cual es ¿puede y debe una niña de 13 años decidir en parte sobre su vida?
La sociedad está golpeada, confundida. Su lógica dice que hay que proyectar vida, que sus niños no deben abandonar por propia voluntad este mundo que puede deparar distintas emociones, sentimientos, vivencias en el futuro.
Por otro lado los ciudadanos nos compadecemos del dolor de esta niña, compartimos su valentía, su capacidad para decidir.
Y en eso estamos, en el debate, en la duda, en el pensamiento ético, médico, jurídico, evolutivo, social. En la pura filosofía de vida, conscientes de que podría ser a nosotros los que nos aconteciera un hecho tan singular, tan grave, tan irresoluble, porque volverla a internar contra su voluntad, hacerla pasar por otra intervención quirúrgica sin garantías, verla de nuevo postrada resulta también inaceptable.
Como psicólogo forense, he aprendido a decir en los juicios “No sé” cuando exactamente no conozco la respuesta a la pregunta que se me formula. Este es el caso “No sé”, es más, dudo que alguien sepa.
Hablamos desde la razón y el corazón, no entramos en el ámbito privado de la fe religiosa ciertamente trascendente.
Presiento la nostalgia del futuro. Esta sociedad debe formarse en ética, en resolución de dilemas que conforman nuestra naturaleza animal, social y lingüística.

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