SINOPSIS
Sobreproteger NO es educar De esta premisa han de partir los padres que quieren que su hijo crezca como un árbol fuerte y no como un bonsái. Padres que buscan prepararlo para afrontar la vida real con éxito, no para encerrarlo en una campana de cristal; que le brindan las herramientas que necesita para ser una persona autónoma, con sus riesgos y decisiones, tolerante a la frustración y, en el futuro, un adulto consistente. Un niño debe poder caerse para experimentar lo que supone levantarse. Confía en él y ¡déjale crecer! PRIMERAS PÁGINAS En la actualidad, tenemos unos padres que sobreprotegen en exceso, que transmiten a sus hijos sus propios miedos, que quisieran que sus niños no sufran, no padezcan. Este es un posicionamiento erróneo, muy de cuento de hadas. Nacemos y sabemos que vamos a morir. La vida es despedirse continuamente y está plagada de incomprensiones, deslealtades, dificultades. La sociedad, los profesores, los progenitores harán bien en fortalecer a sus hijos, preparándolos para afrontar sinsabores, frustraciones. La actitud debe ser optimista y esperanzada, pero también realista. A la vida no se le puede pedir más de lo que la vida puede dar. Bien está intentar eludir dolores, traumas evitables, pero siendo conscientes de que hay experiencias que deben ser vividas personalmente. No cabe vivir la vida del otro. Sobreproteger en exceso puede llegar a ser casi un maltrato. Claro que los padres deben de intervenir activamente cuando un hijo sufre acoso escolar, o es el agresor, pero no deben considerarse un «casco azul» entre dos niños que riñen por la pelota en el jardín. Hay que educar para la vida y cada uno ha de cargar con ella. Hay que enseñar a anticipar, a predecir, a prevenir.